26 jun 2011

Traslación


NY,
 Año 26, era Orwell


Uno frente a otro, dos artistas de tiempos, modos y estilos disímiles. No sería preciso decir que son opuestos, mas no se exageraría al afirmar que nada tienen en común. No obstante, ambos conviven plácidamente, casi sin hacerse daño. Dos completos desconocidos que se miran con indiferencia, aunque cabe también que con algo de celo y envidia. Uno reside en el Palazzo degli Alessandri, el otro en la humilde sala de una construcción gótica frente a Piazza Cappella, ambos en el barrio de san Pellegrino. Para el cartel promocional de la exposición en la cual se agrupan algunas piezas de poca relevancia, el primero se sirve de una de sus más reconocidas imágenes. Nombrarlo es más que suficiente para asegurar un éxito rotundo en una ciudad de rango menor como esta; solo basta insinuar que vaga por algún lado: “Andy Warhol... In the City”. Para la difusión de la otra exposición, los organizadores han debido recurrir al sentimiento de pertenencia a este piccolo paese, escribiendo en letras doradas: “omaggio della città in occasione del ventennale della scomparsa del maestro”. El primero, como se sabe, más que tocar la cúspide de la creación elaboró su propia fantasía en la que críticos, espectadores y una generación construyeron una nueva adoración. Hoy transita airoso y galante el espectro de su propia inmortalidad. Por su parte el maestro local, carente de dotes plásticos y sin un campo que le erigiera como rey, reposa inconsciente de la corte fúnebre que visita la sala gótica. Dos recorridos muy distintos hacen los asistentes a ambas exposiciones. En la primera, aquellos navegan fascinantes los corredores de un museo donde se expone un nombre. En la segunda, ignorantes en su mayoría de la biografía del autor, recorren las paredes de un mausoleo decorado con pinturas tanto fortuitas como banales. Sin duda, los recorridos están trocados.

Viterbo,
año 27, era Orwell